Una versión alternativa que incluye frutas, verduras, cereales integrales, pero no lácteos, y que desaconseja una alta ingesta de carnes rojas, se asocia con un menor riesgo de presentar varios síntomas que preceden a la enfermedad.
Claudio Hetz cree que la clave también podría en estar en ciertos componentes de la mayoría de los alimentos saludables: “Tienen aceites esenciales y vitaminas que tendrían un papel en la protección de las neuronas frente a ciertos daños. Por otro lado, comer esta dieta finalmente es dejar de consumir aceites supersaturados o químicos, moléculas que producen estrés oxidativo, lo cual se sabe que está totalmente relacionado a la enfermedad”, indicó el investigador.
Claudio Hetz, investigador asociado del Centro de Gerociencia, Salud Mental y Metabolismo (GERO).
Revisa la nota completa de El Mercurio en el siguiente link: https://merreader.emol.cl/2020/08/20/A/2C3RAEE0/light?gt=050001
