Una nueva esperanza para la Ciencia, Tecnología, Innovación y Conocimiento

En un par de semanas se iniciará un nuevo ciclo político en Chile y, como ocurre en cada nuevo comienzo, existen expectativas y esperanzas con la instalación del gobierno entrante. Desde hace más de tres décadas, todos los presidentes han reconocido en público y en privado la importancia que tienen la ciencia, la tecnología, la innovación, la creación artística y el conocimiento para el desarrollo de los países.

Particularmente en los últimos dos años, nuestra sociedad ha sido testigo de la contribución de la ciencia a enfrentar la pandemia Covid-19 y sus consecuencias habrían sido más desastrosas de no mediar el nuevo conocimiento científico generado para la detección del Sars-CoV2, el desarrollo de vacunas y su aporte a la toma de decisiones de orden social. A pesar de esta reciente evidencia y el reconocimiento de la importancia de la ciencia realizadas por todos los presidentes desde el retorno a la democracia, el actual presupuesto de ciencia, tecnología, innovación y conocimiento sigue estancado en un escuálido 0,4% del PIB ya por décadas.

Hay diversas tareas y desafíos pendientes para la nueva administración. Una de ellas es la definición de cómo el Estado de Chile, al igual que el resto de los países de la OCDE, enfrentarán urgentes problemáticas como el cambio climático, la escasez de agua, el envejecimiento acelerado de la población, las enfermedades crónicas, las crisis sociales, las migraciones, entre otros temas. Las respuestas a estos problemas no se encontrarán en 4 años, y se necesita una planificación estratégica con mirada de Estado que trascienda a los gobiernos de turno. La complejidad de estos problemas requiere cooperación y una mirada multi- y transdisciplinaria que conjugue el trabajo de las ciencias exactas y naturales con las ciencias sociales, humanidades y artes.

Otros problemas que requieren soluciones a corto y mediano plazo son:

1) Promover la inserción laboral de cientos de jóvenes profesionales formados en los programas de magíster y doctorado en nuestro país y en el extranjero a universidades, centros de investigación y al sector productivo. También sería muy deseable que una parte de estos profesionales ingrese al aparato público, como parte de una estrategia de impulsar el desarrollo de las políticas basadas en evidencia científica.

2) Fortalecer la participación de las investigadoras en el sistema nacional de investigación y desarrollar nuevas acciones que permitan en un tiempo corto cerrar las múltiples brechas, y porque no decirlo, la abierta discriminación que existe en participación, compensación económica y liderazgo.

3) El desarrollo alcanzado por la ciencia chilena se relaciona con la profesionalización de esta actividad, pero las condiciones laborales de muchos investigadores no han avanzado a la misma velocidad. La alta inestabilidad de puestos de trabajo, así como la ausencia de prestaciones sociales, no solo afecta a la comunidad científica actual, sino también a la futura ya que no será fácil fomentar su interés por abrazar la investigación científica.

4) El desarrollo de los países requiere conocimiento y éste debe transformarse en innovación que genere servicios, bienes y productos con el objetivo de mejorar la calidad de vida de nuestra sociedad.

Se requiere, además, de nuevas estrategias que articulen los integrantes clave del ecosistema: las universidades, el sector privado, el estado, la sociedad civil y el entorno natural para así movernos hacia un nuevo modelo de producción basado en el conocimiento. En este modelo de la quíntuple hélice, será fundamental la participación de las universidades públicas y ellas se constituyan en espacios de reflexión y creación de nuevo conocimiento con vocación de país, tanto a nivel nacional como regional.

Por último, le deseamos al nuevo ministro de Ciencias, Dr. Flavio Salazar-Onfray éxito en la gestión que inicia y confiamos en que buscará dar soluciones a las tareas antes descritas. También esperamos que esta nueva Presidencia sea la primera que cumpla la promesa del 1% del PIB al presupuesto de ciencia, tecnología, innovación, creación artística y conocimiento y promueva el desarrollo de nuevas políticas públicas basadas en la evidencia científica.

*Soledad Berríos, académica de la Universidad de Chile;

**Sergio Lavandero, académico de la Universidad de Chile y director del Centro Avanzado de Enfermedades Crónicas, ACCDIS;

***Christian González-Billault, académico de la Universidad de Chile y director del Centro de Gerociencia, Salud Mental y Metabolismo, GERO.

Nota publicada en La Tercera.

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