¿La única muerte digna? por Andrea Slachevsky

Carta de Andrea Slachevsky a El Mercurio

Señor Director:

El compromiso del Gobierno por el derecho a cuidados paliativos, eutanasia y suicidio asistido, anunciado por el Presidente Gabriel Boric en su Cuenta Pública, es ciertamente una muy buena noticia. Pero como escribía Axel Kahn, en ‘Et le bien dans tout ça?’, parece una muy mala idea llamar ‘derecho a una muerte digna’ a la ley de eutanasia, más aún si ya existe una ley denominada ‘ley de cuidados paliativos’. Frente a una enfermedad con un curso invalidante o que causa gran sufrimiento, ¿opta acaso por una muerte indigna quien decide no poner fin a su vida? Ambas opciones son igualmente válidas y dignas. Al fin y al cabo, la dignidad está en cómo miramos y tratamos al otro.

‘El hospital es un lugar de humanidad, casi por definición, porque una debilidad se impone a una fortaleza, porque el hombre acostado obliga al hombre de pie’, escribía en 1996 Alain Cordier, director de los Hospitales de París. Con esa frase, Cordier nos recuerda que es obligación de los recintos asistenciales respetar y tratar bien a quienes, por su condición de salud, están en una posición de vulnerabilidad, incluso extrema, e insta a no confundir la devastación causada por la enfermedad con una pérdida de dignidad.

Quizás seremos un país más tolerante y liberal el día en que respetemos la diversidad de las legítimas decisiones respecto de la propia muerte y ofrezcamos las condiciones necesarias para un buen morir a quienes opten por la eutanasia, el suicidio asistido o los cuidados paliativos.

Autor: Andrea Slachevsky Chonchol, Neuróloga, Investigadora Principal GERO, Hospital del Salvador y Universidad de Chile.

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